24Abril 2020
Encontramos en el día del 34
de nuestro confinamiento (El Salvador)
¿Consideras
que tienes preocupaciones? De seguro que tu respuesta será que si, los días que
nos ha tocado vivir son fuera de serie, totalmente inesperados, cuando se dan
situaciones que escapan a nuestras capacidades, es cuando comenzamos a
preocuparnos, porque la preocupación, no es otra cosa que, vernos de frente con
situaciones sobre las que no tenemos control. Es muy difícil no preocuparse, cuando
surgen problemas a nuestro alrededor, pero si podemos evitar atormentarnos con
ansiedad que producen, cada vez que nos preocupamos, nos atormentamos; nadie
más nos obliga a serlo; nadie nos lo hace a nosotros, nos lo hacemos a nosotros
mismos. Cuando nos preguntamos: Estamos permitiendo que nuestras mentes, se
detengan en las circunstancias difíciles, los miedos abrumadores y las
tensiones que nos agobien, puede ser que nos consumimos por cosas reales que
enfrentamos, o por situaciones imaginarias, que quizá nunca ocurrirá.
La angustia extrema que
provoca la preocupación: no sólo nos afecta mentalmente; sino también
físicamente: nos impide dormir, afecta nuestras relaciones, afecta nuestro
apetito y nos hace tener un mal desempeño en nuestras actividades; Pero también
hay una afectación espiritual. Mientras más nos preocupamos por las
dificultades, más desconfiamos de Dios, cuando tenemos una cantidad adicional,
de presión sobre los otros, sin advertirnos nos alejamos de Dios, no en el
sentido de que nos vamos a pecar, sino en el sentido, de que ya no confiamos
más en él, para nuestra seguridad, estaremos tratando de cuidar nosotros.
La preocupación es un ciclo
vicioso. Mientras más nos preocupamos, más pensamos en ello y consecuentemente,
más crece la preocupación, es poner más combustible al fuego, cuanto más
hagamos eso, mayor será el fuego de la preocupación que tendremos que pagar más
tarde. Lo peor de todo, es que la mayor parte de nuestra preocupación se dirige,
hacia cosas que ni siquiera han sucedido, pero eso que pudiera ser que suceda,
o pudiera ser que no suceda, está dictando nuestra vida presente, eso agrava
aún más el problema, pero… ¿Qué pasaría, si no nos preocupamos en absoluto? Tendríamos
tiempo extra cada día para dedicarlo a cosas positivas y que realmente marcarán
la diferencia en nuestra vida, el retorno de nuestra inversión sería increíble.
Nuestra confianza siempre debe estar en el Señor, él sigue siendo capaz de
protegernos y cuidarnos, esta es la promesa de Jesús, que encontramos en Mateo11:28-30…
«Vengan a mí todos
los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso. 29 Pónganse mi yugo. Déjenme enseñarles, porque yo soy humilde y tierno
de corazón, y encontrarán descanso para el alma. 30 Pues
mi yugo es fácil de llevar y la carga que les doy es liviana». (NTV)
Señor, creemos que tú yugo es fácil y la carga también es liviana,
ayúdalos para: entregar nuestra vida, nuestra seguridad y nuestro destino a ti.
Sabiendo que tú nos amas con amor infinito y que lo que deseas es lo mejor para
cada uno de nosotros, y para nuestras familias, tú te dispusiste a amarnos, a
cuidarnos y velar por nuestros pasos, no podemos nosotros cuidarlos más de lo
que tú ya haces, y no podemos cuidar a los nuestros, más de lo que tú también
haces. Ayúdanos para que nuestra concentración y nuestros pensamientos estén
fijados en ti, y no en aquellos problemas, que enfocados en ellos, solamente
nos alimentamos más y más la preocupación, que podamos encontrar la paz. Señor,
estamos cansados y cargados, pero tú prometes dar no descansó y en el nombre de
tu hijo Jesús, recibimos ese descanso, para gloria tuya, Amen!