“Todo lo que aprendí gracias a mi accidente”.

Sara Andrés

“No hay nada más divertido que reírte de ti misma” 



Lo típico de mi humor: si llovía y venían a recogerme algunos amigos a casa, les decía: “¡No, que no pudo salir, que me oxido!”. Entonces, claro, se tronchaban. Luego, por ejemplo, cuando estaba en el sofá sin prótesis y pasaban delante de mi, decía: “¡Ay, que me has pisado!”. Y claro, ellos no se daban cuenta. “¡Ay, lo siento!”. Entonces, bueno, eso hacía que ellos también se relajaran con este tema y ellos pudieran tratar el tema de mi discapacidad de una manera natural y como que no pasa nada. Luego, en la playa, a mí me encanta salir del mar y, si me coge alguien, gritar que hay tiburones. Entonces, los niños… “¡Socorro, tiburones!”. Claro, pero ese humor hace que, primero, que tú te rías de ti mismo, que lo veas con naturalidad y los demás también, y se ríen. Y también relaja un poco ese prejuicio que podrían tener de ti o… Y se hace más natural.
Yo hago muchas cosas en broma. Estoy todo el día pensando. Bueno, esta es muy fuerte, pero os la voy a contar. Cuando tuve… Sí, cuando tuve… Me diagnostican cáncer de tiroides, entonces, me operan. La tiroides es un órgano que segrega hormonas. Y entonces me dijeron que me podía cambiar el estado de ánimo. Y a mí me daba mucho miedo que todo lo que había conseguido, el positivismo, la energía, el ver la vida con humor, el ver la vida así divertida, se me fuera. Digo: “A ver si me van a operar y esto se va a acabar”. Entonces, cuando me operaron, después te llevan a una sala que es de reanimación, cuando estás expulsando la anestesia. Entonces, estás ahí como medio dormido. Entonces, viene el enfermero y yo no podía hablar casi, muy bajito. Entonces, vino y le digo: “Ven, ven”. Entonces, viene y digo: “Que se han confundido”. Y me mira. Digo: “Que me han cortado los pies”. Y entonces, claro, él… O sea, el enfermero, se puso blanco. Fue a mirar los pies de la cama donde está el informe. Entonces, claro, yo: “Que se han confundido, no eran los pies”. Claro, el hombre no sabía dónde meterse, diciendo: “Dios mío, que la han metido al quirófano, le han cortado los pies y no era eso de lo que tenían que operarla”. Y entonces, ahí apareció mi médico y le dijo: “¡Que te está tomando el pelo, déjala!”. Y entonces yo dije: “Ay, puedo descansar, no se me ha ido el sentido del humor”. Y luego le pedí perdón, pero ya no apareció. O sea, le pedí perdón y ya… me pusieron a otro enfermero.
Yo creo que el humor es clave, porque te da alegría, sobre todo, lo que decía, ver lo bueno en lo malo.
Al principio, ahora lo hago menos y me da mucha rabia, al principio, cuando me ponía las prótesis, era como: “¡Estoy de pie!”. Y yo decía: “¡Qué alegría, qué guay!”. Cada día lo festejaba. ¿Y por qué no hacemos eso con todas las cosas que tenemos en nuestra vida? Sin que te falte esto. O sea, vosotros, la familia, cuando vais a casa… O sea, mi mujer, mis hijos o con mis amigos: “Qué guay que tengo esto” o “Qué guay que puedo hacer deporte” o “Qué guay que voy al cole y que me enseñan” o “Qué guay que tengo un trabajo”.
Y no quiere decir que tienes un pensamiento negativo y dices: “Ay, no, ya he fastidiado el día”. No, lo puedes tener, pero lo tengo y venga, ahora el positivo, lo compensas.
Y si lo haces como un ejercicio mental, igual que el deporte se entrena, igual que el trabajo se entrena, digamos, cada vez eres más experto, mejor, ¿por qué no ser más experto en ser positivo? ¿Por qué no ser más experto en ser feliz cada día?
si yo, con todas las adversidades que he tenido, con una doble amputación, haber perdido mis pies, haber tenido cáncer de tiroides, después tuve un cáncer de piel, también… He tenido muchas enfermedades complicadas que me han hecho perder la sonrisa o el humor y que, lejos de haberla perdido, me han reforzado más y he conseguido cosas que jamás había pensado que podía conseguir. ¿Qué no podéis hacer vosotros teniéndolo todo? O sea, que despertéis, que seáis conscientes de todo lo bueno que tenéis en la vida, valoradlo y disfrutadlo. Y ese es el mensaje que os quiero transmitir, que podéis llegar a conseguir cosas que jamás podíais haber pensado.

Posdata: Sara Andrés, atleta paralímpica y maestra de educación primaria. Un accidente de coche a los 25 años, un cáncer de tiroides, y posteriormente, un cáncer de piel no le hicieron perder la sonrisa y, lejos de hundirla, la impulsaron para lograr metas que jamás había pensado que podía conseguir. Sara Andrés encontró en el atletismo un deporte que le ayudó a sentirse bien y ganar múltiples medallas y batir récords en campeonatos nacionales e internacionales.
Su sonrisa contagiosa nos invita a celebrar la vida cada día, y a disfrutar del momento presente como un regalo extraordinario: “Voy a pensar en todo lo bueno que he hecho hoy y disfrutarlo como único, porque es único, el pasado no existe y el futuro tampoco. Despertad, sed conscientes de todo lo bueno que tenéis en la vida, valoradlo y disfrutadlo”.
By: Salvador Claros

Sara Andres https://www.youtube.com/watch?v=8vih1gIIWZw

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Palabra de Dios para todos

Cómo enseñar empatía a los niños

 El psiquiatra, neurólogo Boris Cyrulnik, nos orienta a cómo debemos trabajar a los niños en la empatía, el nos dice: Necesitamos inventar u...