Adela
Cortina. Catedrática de ciencias y filosofoa política en la universidad de
Valencia, en un conversatorio expone de maanera magistral la etica enfrente de tanta intolerancia y falsedad.
No es verdad que los
inmigrantes vienen a quitar el trabajo, con lo cual, para empezar, es un bulo.
Un bulo siempre es una patraña. Ahora se le llama “fake news”, me da
exactamente igual, pero es eso: una patraña que se está corriendo para dañar a
alguien en concreto, en este caso a los inmigrantes, los refugiados, que de
alguna manera molestan y entonces decimos que lo que pasa es que nos quitan el
trabajo, que no vamos a poder pagar la Seguridad Social o cualquier otra cosa
por el estilo.
Para empezar, es mentira, con lo cual, las mentiras hay que saber
detectarlas y no hacerles caso. Hay que educar a los chicos para que detecten
las mentiras y no se las crean, que no se crean lo primero que les cuenten por
ahí. Eso para empezar. Pero después creo que, en un segundo lugar, hay una cosa
muy importante. Y me ha pasado mucho porque he trabajado estas cosas con
juristas, y ellos mismos son los primeros que dicen: “Es muy difícil encontrar
criterios”. Y entonces les resulta muy bueno cuando llegamos otros y decimos:
“Pero es que lo importante es educar éticamente para que nadie trate de dañar
tanto a otros que su única preocupación sea cuándo llego al límite de lo que es
delito”.
Hemos de educar en la escuela y
en la familia para que no intentemos dañar a otros, para que no digamos
mentiras, de tal manera que no se nos ocurra estar sencillamente midiendo hasta
dónde puedo fastidiar a otro.
Eso no es una sociedad que vive en paz. Entonces, yo creo que el
problema de libertad de expresión y delitos de odio se resuelve con ética. Con
una ética de la ciudadanía que no quiere dañar a otros, precisamente porque se
da cuenta de que son dignos. Y en ese sentido, y por otro lado, pues en
ocasiones se ha planteado el famoso discurso de que una cosa es la tolerancia y
otra cosa es también tolerar a los intolerantes, que se dice siempre: “Bueno,
¿qué pasa…?”. La tolerancia, tolerar a los intolerantes… Yo antes hablaba del
respeto activo. Pero siempre el respeto… Hay que distinguir dos cosas muy
claramente. A las personas, a las personas hay que respetarlas siempre. A las
personas. Otra cosa son sus opiniones. No todas las opiniones son respetables,
Las opiniones se tienen que ganar
el respeto. Y lo que no se pueden tolerar son las opiniones que no son respetables.
Entonces, hay que ser tolerante con las personas que son intolerantes, pero no
con sus opiniones, no con sus puntos de vista. No decir: “Es una opinión y, por
lo tanto…”. “Las mujeres son inferiores a los varones”. “Bueno, es una
opinión”. No, por favor. Es una barbaridad.
Pero por eso tenemos que hacer la tarea ética y tenemos que hablar mucho
en las sociedades de esto en voz alta y argumentar y desvelar juntos qué es lo
que nos parece que, efectivamente, sí es respetable y qué no lo es ya. Porque,
si no, al final cada quien dice lo que se le ocurre y parece que es todo
igualmente valioso. Pues mire, no.
Hay una resistencia, incluso biológica, a estar cerca del que es un
tanto diferente. Y eso es en todo este tipo de diferencias y ha hecho posible
la misoginia, el racismo, el antisemitismo… Y todo ese tipo de fobias que
conocemos. Entonces, es muy difícil estar dispuesto a reconocer que la otra
persona, que tiene otra tendencia, que tiene otra religión, que tiene otra
cultura, que tiene otra clase social, es exactamente igual que tú. Es una
dificultad enorme.
En todos los países, por supuesto
resulta difícil, eso es claro. Pero en España resulta muy difícil el
aceptar al que es algo diferente y dar el paso de decir: “Voy a intentar
aprender de esa persona. ¿Qué es lo que tiene su cultura que no tiene la mía?
¿Qué es lo que tiene su religión que no tiene la mía? ¿Qué es lo que tiene su
tendencia…?”. Es muy difícil. Yo creo que es una de las grandes asignaturas
pendientes que se encuentran en la escuela, se encuentran en la sociedad… Pero,
claro, si no empezamos desde la escuela y la familia, va a ser muy difícil
luego. Porque el pluralismo es una riqueza.
Es un lujo, es una riqueza que hay que potenciar y hay que mantener. Una
cultura o una sociedad en la que todo el mundo piensa igual, todo el mundo
tiene el mismo color, todo el mundo tiene… Es aburridísima. Y, sin embargo, no
sabemos aprender la riqueza de la diferencia. La gente lo dice: “¡Ay, la
diferencia!”. No, no, no. Vivirla es dificilísimo porque nos vamos al
esquematismo: los buenos y los malos. Por favor, eso es muy simple. Hay que
intentar integrar, de tal manera que los chicos se den cuenta de que son
iguales en dignidad y, además, diferentes en unas aportaciones de las que
pueden aprender y que les pueden empoderar, porque pueden salir ganando mucho
más que si siempre están con los de su mismo estilo. Eso está vivo en la
escuela y palmario, y hay que ofrecerlo como una oportunidad de
enriquecimiento, claramente.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario