Wendy
Suzuki.
“¿Y si les dijera que hay algo que pueden hacer que tendría
un beneficio inmediato para su cerebro, incluyendo el estado de ánimo y la
concentración? ¿Y si les dijera que esa misma actividad podría proteger el
cerebro de enfermedades como la depresión, Alzheimer o demencia? ¿Lo harían?”. Con
este punto de partida, Wendy Suzuki, profesora de Psicología y Neurociencia en
el Center for Neural Science de la Universidad de Nueva York, lleva años
inspirando a una sociedad sedentaria y con problemas de sobrepeso, estrés y
ansiedad.
La Dra.
Nos cuenta el testimonio de sus padres y nos comparte que a su padre le diagnosticaron
de demencia. Todo lo que había mejorado en mí, todas esas habilidades
cognitivas, estaban empeorando en él, un hombre muy inteligente, ingeniero
eléctrico en Silicón Valley, en sus inicios, en los años setenta era muy listo.
Un día
llegó a casa después de ir, como todas las tardes, por su café a una cafetería
cerca de casa, a solo unas siete calles de distancia, y le dijo a mi madre que
le había costado encontrar el camino de vuelta. El hipocampo es una estructura
crítica para la memoria espacial, enseguida me di cuenta de que le pasaba algo
en el cerebro.
Su
personalidad era la misma pero le costaba recordar cosas que antes hubiera
sabido. Entonces me di cuenta de que quería cambiar nuestra relación personal.
Como descendiente de tercera generación de japoamericanos, nuestra cultura es
muy educada y amable pero no muy afectuosa. Por ejemplo, en mi vida adulta no
había dicho nunca “te quiero” a mis padres. Es algo muy emocional, no lo
hacemos.
Ellos
vivían en California y yo en Nueva York. Sabía que no podía empezar a decirlo
como si nada cuando hablábamos por teléfono los domingos, así que decidí que lo
correcto sería pedir permiso y que lo haría ese mismo domingo. Me puse muy
nerviosa y me molestaba pensar que, como adulta, tuviera que pedir permiso a
mis padres para eso, era ridículo, y estuve a punto de dejarlo pasar. Pero lo
cierto es que tenía miedo, no sabía qué dirían.
Mi madre cogió el teléfono, nos contamos
nuestras semanas como siempre, y sobre la mitad de la llamada le dije: “Mamá,
¿te has dado cuenta de que nunca nos decimos “te quiero” en nuestras llamadas?
¿Qué te parecería si nos despidiéramos diciéndolo?”. Y se hizo el silencio, un
silencio largo, porque nunca le había preguntado algo así. No me sorprendió,
pero me di cuenta de que estaba conteniendo el aliento, porque no sabía qué me
respondería. Después de una pausa muy larga me dijo: “Me parece una idea
estupenda”.
Una
cosa es hablar de decirnos que nos queremos y otra diferente el decirlo en voz
alta. Le dije: “Te quiero” y ella me respondió: “Y yo a ti”. Las dos con voz
rara, muy forzado, y creo que las dos pensamos: “Menos mal, ya está”. Luego se
puso mi padre. Yo sabía que mi madre iba a ser la más difícil de los dos, así
que tuve la misma conversación con mi padre, dijo que sí, nos dijimos que nos
queríamos, incómodos, y colgamos. Y me puse a llorar, porque nunca les había
dicho a mis padres que los quería.
Fue un
momento muy emotivo para mí, dice la Dr: Porque sentí que estaba cambiando la
cultura de mi familia ese día, y lo estaba haciendo de verdad. La semana
siguiente volví a llamar
Y se
puso mi padre. En ese momento él ya tenía demencia, no se acordaba de las
cosas. Yo ya me estaba preparando para recordarle que habíamos acordado
decirnos que nos queríamos, pero me sorprendió, porque ese domingo, y todos los
domingos después de aquello, él siempre se acordaba de decirme “te quiero”
primero. Como neurocientífica especializada en la memoria, sé por qué.
La
resonancia emocional fortalece las memorias, incluso para alguien cuyo hipocampo
no funciona bien. Por eso recordamos los momentos más felices y más tristes de
nuestras vidas. Creo que, para mi padre, lo que hice fue memorable. Su hija
adulta le preguntó si podía decirle que le quería; quizás su amor por mí o el
orgullo que sintió por que esto hubiera pasado creó un nuevo recuerdo a largo
plazo para él. Mi padre murió el año pasado. Y siempre tendremos las
conversaciones del “antes del te quiero” y las del “después del te quiero”, que
han afectado mucho a mi vida desde entonces, termino diciendo la doctora Wendy A
Suzuki.
Tremenda
enseñazansa desde la ciencia lo cual nos confirma que El inventor del amor y
que el mismo se hace llamar amor, está en lo correcto.
Les doy un mandamiento nuevo: Amense unos a otros: como yo los he amado,
…(Jn. 13:34)
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