Las claves para la genialidad

Las claves de la genialidad: curiosidad, perseverancia y pasión.

Christian Gálvez, nos habla en una tertulia de la clave para ser genios, y de inicio con el tema de los 500 años de su muerte.

Entiendo que, más o menos, la mayoría conocen la figura de Leonardo da Vinci. ¿Cuántos de los que conocen o han escuchado hablar de Leonardo consideran que es un genio?

 Tenemos que tener en cuenta que, aunque muchos consideran la genialidad como el elemento diferenciador de Leonardo da Vinci, estamos hablando de un tipo que fue iletrado, ilegítimo, disléxico, bipolar y con déficit de atención, y eso no nos lo cuentan. Yo creo que, a la hora de desaprender y volver a aprender, creo que es mucho más fácil, a cualquiera de vosotros que os acerquéis por primera vez a una figura histórica y, en este caso a la figura Leonardo, creo que es mucho más interesante arrancar el lustre de genialidad, desbancarle del pedestal y presentar un hombre en carne y hueso,

 Por lo tanto, estamos hablando de curiosidad, de observación, de sacrificio, de perseverancia… En definitiva, de pasión.

Para mí, la educación reglada es imprescindible. Pero, a partir de ahí, lo que marca la diferencia es la autoformación, la curiosidad.

 Claro, hoy en día, no hacemos con los jovenes lo que hacían con Leonardo: «Sal al campo y juega. Sal campo y disfruta. Sal al campo y observa, experimenta, fracasa. Permítete el fracaso. Permítelo».

 Fracasó en Florencia, en Milán, en Venecia, en Roma y triunfó al final de su vida. Es la historia de un fracasado y la historia de un perdedor.

  Pero es gracias a ese niño, a ese niño que nunca dejó de preguntarse por qué y para qué, a ese niño que era extremadamente curioso, se convirtió en este tipo que hoy en día, en el 2019, estamos celebrando su quinto centenario.

 Desde el principio de los tiempos está la transversalidad de los conocimientos, está la incesante curiosidad del ser humano. Y, dentro de esa curiosidad, el fracaso es lo que nos forma como personas. No solo el fracaso, sino también cómo afrontamos ese fracaso.

 Leonardo, cuando no es aceptado por los Médicos, en 1481, decide enviar una carta a Ludovico Sforza . Estamos hablando de 1481, en unos Estados Italianos en los que cambiar de Florencia al Ducado de Milán era como cambiar de país, hoy en día. Al final, terminan contratándole como músico y como organizador de eventos. Leonardo llega a Milán y le encargan una boda. Leonardo decide que, en la boda, lo que va a realizar es la tarta más grande del mundo. Ludovico Sforza le dice que la tarta tiene que ser muy grande, cuidado, que son trescientos los invitados que van a asistir a esa boda. Y dice Leonardo: «No, no, no. No me habéis entendido. La tarta va a ser tan grande, que la boda se va a celebrar dentro de la tarta.

Contrata a los mejores arquitectos, a los mejores pasteleros, a los mejores cocineros, a los mejores artistas para diseñar esta tarta. Se pone a trabajar sobre ella, y la termina. Al día siguiente, justo el día que se va a celebrar ese enlace nupcial, Leonardo llega el primero. Y, cuando llega a ese palacio del Castello Sforzesco, encuentra que el banquete ya ha tenido lugar. «¿Pero cómo es posible si las boda es esta tarde». Todas las alimañas de la ciudad se habían zampado la tarta. Había ratas, pájaros, todo lleno de polenta endurecida por ahí tirada, esparcida. ¿Qué hizo Leonardo para solventar ese episodio? Se piró, se largó. Lo dejó todo allí, tenía miedo. No tenía plan b, y lejos de hundirse ante el fracaso, se pone a trabajar, se pone a investigar, se pone a curiosear. Y se pone a trabajar, a trabajar, a trabajar, y cuando termina el trabajo, convoca otra vez de nuevo a la ciudad de Milán. Ludovico Sforza mosqueado, el grueso de la ciudad de Milán: «Mira, mira», le señalaban por la calle: «Mira, mira. Por ahí va Leonardo, ese genio de Florencia que, cuidado, que no sabe dar de comer a trescientas personas». Y cuando va a presentar su último trabajo, dice: «Ciudadanos de Milán, todos aquellos que me señalabas por la calle diciendo: “Mírale, por ahí va, que no sabe dar de comer a trescientas personas”, os digo ahora: “¿Cómo no voy a ser capaz de dar de comer a trescientas personas, si soy capaz de dar de cenar al hijo de Dios?”», y presentó La última cena. ¿A vosotros que os han contado? ¿Que está María Magdalena en La última cena, o que Leonardo fracasó, fracasó y fracasó y que, gracias al fracaso, no solo obtuvo un éxito, sino que ese éxito fue tan grande que eclipsó el fracaso? Nos han contado otra cosa. Nos han contado que hay personajes tan excelentes que son inalcanzables, y yo pienso que no es verdad. Pienso que, a través de la curiosidad, la observación, el sacrificio, la perseverancia y la pasión, podemos ser como Leonardo o Leonardo como nosotros. De hecho, la curiosidad, ha hecho que estés leyendo estas líneas que he escrito. Perseverancia, seguís conmigo. Sacrificio, igual a estas horas tendríais algo que hacer. Pero creo que algo nos une aquí, y es la pasión por ser mejores personas y, por encima de todas las cosas, por ser más felices y útiles a los demas. Gracias.

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